Casi todas las personas hemos tenido cefalea (dolor de cabeza) algún día. En general, son cefaleas leves, poco más que una molestia que nos acompaña unas horas. Es frecuente que el desencadenante sea un día de mucho trabajo o situaciones estresantes y desaparecen espontáneamente, con relajación y descanso o tomando un analgésico menor, de los que podemos comprar sin receta.
Sin embargo, casi el 12% de la población padece otras cefaleas mucho más incapacitantes, como son las migrañas. En estos casos, el dolor tiene una intensidad mayor, que además empeora con cualquier movimiento de la cabeza. Es muy frecuente que aparezcan náuseas y en ocasiones vómitos. La luminosidad o sonidos de intensidad habitual empeoran la sensación de malestar.
Todo ello tiene una repercusión intensa en las actividades habituales, tanto laborales como sociales o familiares. De hecho, no es raro que durante una crisis de migraña sin tratar, el paciente necesite echarse en la cama y permanecer en reposo, en un ambiente silencioso y oscuro.
Las crisis de migraña suelen durar un día o dos, aunque en ocasiones pueden llegar a ser más largas, como las migrañas que se asocian a la menstruación. La edad de inicio suele ser la adolescencia o en adultos jóvenes y acompañan al paciente durante muchos años de su vida, llegando a la mayor frecuencia en torno a los cuarenta años.
Las crisis de migraña tienen una frecuencia muy variable, desde una crisis cada varios meses hasta migrañas casi diarias, pero la situación más frecuente es una o dos crisis al mes.
Algunos pacientes pueden detectar algunos desencadenantes de las crisis de migraña, como los cambios de tiempo, tormentas, la falta o el exceso de sueño y en las mujeres la menstruación. En otras ocasiones, son algunos alimentos como el chocolate, los frutos secos, quesos curados, el alcohol, etc.
Esos pacientes tienen una posibilidad de disminuir el número de crisis de migraña retirando estos alimentos de su dieta. Pero el desencadenante más frecuente son las situaciones de estrés o tensión nerviosa.
El diagnóstico de la migraña es sencillo y se basa en los síntomas recogidos en la historia clínica y en un examen neurológico, que puede realizar un médico. Solo en casos dudosos es necesario hacer resonancia magnética o TC de cráneo.
El tratamiento tradicional de la migraña se basaba en analgésicos y fármacos para aliviar los vómitos. Sin embargo, con la aparición de los triptanes en los años 90, el tratamiento de cada crisis de migraña ha tenido un cambio radical. Bajo control médico podemos obtener un alivio muy rápido y eficaz de la migraña.
Aunque no disponemos de tratamientos curativos que eliminen totalmente las migrañas, disponemos de tratamientos preventivos eficaces que reducen significativamente la frecuencia y la intensidad de las crisis. Pueden ser fármacos orales o inyectados.
Uno de los problemas con los que nos encontramos en la práctica clínica es la automedicación y el mal uso de analgésicos, que pueden cronificar la migraña y provocar cefalea diaria. El manejo de estos pacientes es complicado, el mejor tratamiento es la prevención.
👉 Si sufres cefaleas, migrañas frecuentes o tomas analgésicos con frecuencia, consulta con tu médico. Un diagnóstico correcto y el uso adecuado de fármacos pueden ser muy beneficiosos para tu calidad de vida.
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