Las enfermedades autoinmunes sistémicas (EAS) son un grupo de patologías que se caracterizan por presentar un mal funcionamiento del sistema inmune. La persona que lo padece crea anticuerpos que actúan de manera equivocada contra sus células y tejidos. Es decir, es la propia inmunidad del paciente la que ataca a los diferentes órganos y sistemas del cuerpo provocando diferentes alteraciones.
De este modo y dado que el sistema inmune se encuentra en todo el cuerpo, los síntomas de las enfermedades autoinmunes son muy variados y pueden afectar a cualquier parte del organismo. Asimismo, en la actualidad, se estima que estas patologías afectan a un porcentaje comprendido entre el 3 y el 5% de la población mundial.
Así, en función del nivel de afectación que provoque la enfermedad autoinmune, se pueden distinguir las que afectan a un solo órgano de manera específica (órgano específicas) y las que afectan a todo el sistema (enfermedades autoinmunes sistémicas).
No obstante, a pesar de conocer el tipo y el alcance de estas patologías, sus síntomas pueden ser tremendamente variables de unas personas a otras. De modo que existen enfermedades autoinmunes sistémicas que pueden presentar casi cualquier síntoma. Aunque, por norma general, los signos más frecuentes son:
Ahora bien, es habitual que todos estos síntomas aparezcan por oleadas de diferente intensidad y duración que se denominan brotes; aunque hay pacientes que presentan alteraciones de forma crónica.
En general, las enfermedades autoinmunes sistémicas afectan más a las mujeres que a los hombres y son poco frecuentes (mucho menos que las enfermedades órgano específicas). Hasta tal punto que algunas de ellas alcanzan la categoría de enfermedades raras.
Lo diferente de su naturaleza y el reducido número de personas que sufren este tipo de enfermedades hace que, en la actualidad, todavía no se conozcan las causas exactas de las enfermedades autoinmunes sistémicas. Sin embargo, existen estudios que reflejan la interferencia de factores genéticos muy importantes, que hacen que un individuo esté predispuesto a padecer este tipo de afección. Estos factores son necesarios, pero no suficientes para tener estas enfermedades. Es necesario que se den en conjunto con factores ambientales, emocionales o los medicamentos.
Además, aunque no son enfermedades hereditarias, sí existe un mayor riesgo de padecer estas patologías en los descendientes de un paciente con una enfermedad autoinmune sistémica.
Ahora bien, el diagnóstico es un proceso complejo que se lleva a cabo en base a los síntomas que cuenta el paciente y los resultados de las diferentes pruebas y análisis que se realizan para controlar los anticuerpos y determinar qué tipo de enfermedad se padece. Por eso, es importante prestar una atención personalizada que permita conocer en profundidad el estado de salud del paciente y diagnosticar de manera precoz cualquier posible patología con el fin de adecuar los tratamientos más favorables para mejor el pronóstico de las personas.
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