Con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que se celebró el pasado día 16 de octubre, queremos hablarte de una de las intolerancias alimentarias más frecuentes: la intolerancia a la fructosa.
Aunque no es tan conocida como la intolerancia a la lactosa, la intolerancia a la fructosa puede repercutir drásticamente en el bienestar y la salud de quienes la padecen.
La fructosa (conocida popularmente como “el azúcar de las frutas”) es un monosacárido que se utiliza frecuentemente como endulzante. También es frecuente el uso de sorbitol, que se obtiene de las hojas y frutos de algunas plantas.
La intolerancia a la fructosa es un trastorno que impide a nuestro organismo descomponer la fructosa o el sorbitol. Si nuestro cuerpo carece de la enzima Aldolasa B, será incapaz de descomponer la fructosa y la sacarosa.
Como consecuencia, esta se acumula y crea reacciones químicas que producen síntomas desagradables, disminuyen el azúcar en sangre y acumulan sustancias perjudiciales en el hígado.
Los síntomas de los pacientes con intolerancia a la fructosa pueden variar en intensidad. Además, lo que en un primer momento son síntomas intestinales, puede tornarse en síntomas hepáticos con el tiempo.
Estos son los síntomas más frecuentes en la intolerancia a la fructosa:
El diagnóstico temprano es fundamental y, muchas veces, la intolerancia aparece desde el nacimiento. Por eso, estar atentos a estos síntomas en los bebés, especialmente si existen antecedentes familiares de intolerancia a la fructosa, es de gran importancia.
La única forma eficaz de >diagnosticar si tenemos intolerancia a la fructosa, tanto en adultos como en niños, es acudir al especialista y someternos a ciertas pruebas.
Aunque existen otras, actualmente, la mejor prueba de diagnóstico más común es el test de hidrógeno espirado. Pero ¿por qué?
En los intolerantes, la fructosa no digerida pasa al intestino grueso y allí se convierte en alimento para las bacterias. Esas bacterias, después de alimentarse, producen desechos. En su caso, ese desecho es hidrógeno. La sangre absorbe ese hidrógeno y se expulsa por la respiración. Por eso, el test de hidrógeno espiradoes la mejor forma de diagnosticar esta intolerancia.
Si has sido diagnosticado como intolerante a la fructosa, puedes seguir comiendo muchos alimentos de todos los grupos:
Cuando padecemos una intolerancia, debemos prestar atención a los alimentos que tomamos y evitar aquellos que puedan hacernos daño. En el caso de la intolerancia a la fructosa, estos alimentos “prohibidos” son:
Lo más importante a la hora de escoger qué alimentos están prohibidos y cuáles están permitidos en la dieta de un paciente con intolerancia a la fructosa es el asesoramiento por parte de profesionales.
El departamento de nutrición y dietética de Recoletas Red Hospitalaria conocerá tu grado de intolerancia y podrá aconsejarte de manera personal sobre la dieta a seguir si eres intolerante a la fructosa.
Además de acudir a un especialista para que sea él quien diagnostique la intolerancia a la fructosa y programe una dieta que reduzca o elimine las aportaciones de fructosa, estos son algunos consejos que debemos tener en cuenta si sufrimos esta intolerancia:
Detectar la intolerancia a la fructosa a tiempo y obtener un diagnóstico certero es fundamental para que los pacientes con esta intolerancia tengan calidad de vida. Por eso, si crees que sufres de esta intolerancia o cualquier otra alergia alimentaria, no dudes en acudir a nuestros centros hospitalarios.
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